El Molinero, su Hijo y el Jumento
A Grecia, madre de las artes, debemos el apólogo o fábula, pero esta es una mies tan abundante, que aún encuentran algo que espigar los últimos que llegan. La ficción es un país extensísimo, lleno de regiones desconocidas; todos los días se hacen nuevos descubrimientos. Voy a referir una historia muy ingeniosa: Malherbe la contó al marqués de Racan.
Estos dos émulos de Horacio se hallaban un día a solas y sin testigos, confiándose sus propósitos y sus cuidados. Racan decía a Malherbe:
-Aconsejadme vos, que tan ducho sois en las cosas del mundo, y que tenéis larga experiencia de él en vuestra avanzada edad. ¿Qué resolución debo tomar? Ya es tiempo de que piense en ello. Conocéis mi posición, mi linaje y mi carácter. ¿Me estableceré en mi provincia, mi natal, buscaré colocación en el ejército, o entraré en la corte? Todo tiene su pro y su contra: hay delicias en la dura guerra y peligros hasta en la dulzura del matrimonio. Si hubiera de seguir mi capricho no duraría, pero tengo que contentar a los míos, a la corte, y al pueblo entero.
-¡Contentar a todos! -respondió Malherbe-. Antes de contestaros, oíd un cuento.
"Leí no recuerdo dónde, que un Molinero y su Hijo, viejo aquel y muchacho este, pero no pequeñuelo sino de quince años bien cumplidos, iban a una feria para vender su Jumento. Para que estuviese más descansado y de mejor ver, le ataron las patas y cargaron con él entre el padre y el hijo. El primero que topo con ellos en el camino, soltó la carcajada.
" ¡Qué pareja de idiotas! ¡Qué rústicos tan rematados! -dijo-. ¿Qué se proponen con esa extravagancia? No es el más jumento quien más lo parece.
"El molinero, oyendo tales razones, se arrepintió de su tontería, dejó en el suelo al borrico y le quitó las ataduras. El animal, se iba acostumbrando a caminar a cuestas, comenzó a lamentarse en su especial dialecto, pero el Molinero cerró los oídos a sus quejas, hizo montar al muchacho y prosiguieron su camino.
"Encontraron a poco tres mercaderes, y el más viejo, gritando todo cuanto pudo, díjole de la siguiente manera al muchacho:
"-¡Apead si tenéis pizca de vergüenza, mozo borriqueño...! ¿Cuándo se ha visto que un muchacho lleve lacayo con canas? Monte el viejo y sírvale el joven de espolique.
"-Caballeros -contestó el Molinero-, tenéis razón de sobra y fuerza será contentaros.
"Echó pie a tierra el muchacho y montó al viejo en el jumento.
"Pasaron en este tres muchachas y exclamó una de ellas:
"-¡Qué valor! ¡Hacer ir a pie a ese chiquillo, cayendo y tropezando, mientras va aquel hombrón en el jumento, hecho un papanatas.
"Replicó el Molinero; hubo dimes y diretes, hasta que el pobre hombre, abochornado, quiso remediar su error y puso al chico a la grupa.
"Aún no habían andado treinta pasos, cuando encontraron a otros viajeros, y empezaron de nuevo los comentarios.
"-Locos... están locos -dijo uno de ellos-. El jumento no puede más va a reventar. ¡Cargar de esa manera a un pobre animal! ¿No tienen lástima de quien bien les sirve? Irán a vender a la
feria su pellejo.
"-Maldita sea! -exclamó el Molinero-. Loco de remate es quien se propone contentar a todos. Pero hagamos otra prueba a ver si lo conseguimos.
Se apearon los dos, y el Asno, Rozagante y satisfecho, marchaba delante de ellos. Pasó entonces otro viandante, y al verlos rió.
"-Modas nuevas -dijo-, la cabalgadura bien descansada y el dueño echando los bofes. Así hacen gasto de zapatos y preservan al borriquillo... ¡tres eran tres y a cual más jumento!
"-¡Jumento soy de verdad! -prorrumpió exasperado el Molinero- jumento me confieso y me declaro,; pero , en adelante, digan lo que quieran alábenme o critíquenme, he de hacer mi santa voluntad. -Y así lo hizo, y obró perfectamente.
"Vos, Señor, seguid las banderas de Marte, o las del Amor, o servid a la corte, o encerráos en vuestro pueblo; tomad mujer o hacéos fraile, id y venid a vuestro antojo: podéis estar seguro que os criticarán de todos modos.